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¿Cómo estimular la audición del bebé dentro de la panza?

La audición fetal es el sentido que más se puede estimular, ya que es el que permite que el bebé se conecte con lo que sucede en el exterior de su madre.

El aparato auditivo del bebé se desarrolla muy temprano en la vida intrauterina. Se puede decir que el órgano del oído esta desarrollado entre el segundo y el tercer mes, o sea entre la octava y la decimosegunda semana desde su concepción. Pero que el bebé tenga el aparato auditivo ya desarrollado, no quiere decir necesariamente que oiga. Para que la función de oír se cumpla, deben darse ciertos requisitos, entre ellos, que su cerebro pueda procesar la información que le llega por la vía auditiva. Y a la semana doce, esto aún no sucede.

En un trabajo de investigación llamado “Respuestas fetales a la estimulación musical” se descubrió que antes de la semana dieciséis no se obtienen respuestas demostrables a la estimulación musical. Es recién después de los cuatro meses cumplidos cuando el bebé por nacer comienza a captar los sonidos, primero los del interior y luego del exterior de su madre. Las células nerviosas conducen la información que llega como vibración al aparato auditivo y la transportan al cerebro. Pero esos primeros sonidos que el bebé recibe en el útero, no los puede discriminar. Los percibe como si formaran parte de él. Para que el bebé reconozca entre un sonido y otro, estos deberán repetirse varias veces.

El bebé dentro del útero recibe a través del sonido la información más rica y variada. El cuerpo de la futura mamá no es para nada silencioso. En el amnios, la cara interna del útero, hay una atmósfera sonora encendida las veinticuatro horas. Allí se encuentran los sonidos de la actividad cardiovascular de la futura mamá, la circulación de la sangre a través de la placenta, el ruido del aparato respiratorio, el ruido del aparato digestivo, el sistema circulatorio… incluso hay sonidos exteriores, que llegan más atenuados por el liquido amniótico en las frecuencias agudas, y la voz de la mamá, con todas las vibraciones de su aparato fonatorio.

Todos estos sonidos están en funcionamiento todo el día y se encuentran en un rango que va desde los 30 a los 96 decibeles. Lo que nos dice que el útero es un lugar relativamente poco silencioso. Para un bebé, el sonido es equivalente a lo que nosotros podríamos experimentar en un ámbito entre 50 y 60 decibeles, algo así como el ruido ambiente de un bar.

Sin embargo, hay algunos sonidos de instrumentos musicales cuyas frecuencias se perciben por debajo de las frecuencias que hay en esa atmósfera sonora, y el bebé sí los puede percibir. Esas frecuencias generan una vibración, que provoca una sensación física al bebé, aunque quizás auditivamente no las puede llegar a captar. Y también puede suceder lo opuesto: que el bebé reconozca ciertas frecuencias que le llegan a través de la audición, pero que no las puede percibir corporalmente, porque su vibración no es tan fuerte.

Por otro lado, tenemos también el efecto que le causa a la mamá, la música que escucha. Su bebé es receptor directo de la sensación emocional que una melodía le provoca a la mamá, a través de las hormonas que circulan en la sangre del cordón umbilical. Por lo tanto, si una música induce a la futura mamá a un estado placentero o de calma, y se la reitera con diferentes ejercicios que la relajen y le permitan conectarse con su bebé, esa música comenzará a tener un significado importante para él. Ya no será una música más, sino aquella que le traerá la sensación de presencia materna, de seguridad, de calma, incluso una vez que el bebé nace. Esta es una de las muchas ventajas de estimular musicalmente al bebé antes de nacer; otra es que se incrementa significativamente la capacidad mental del bebé de relacionar y asociar melodías, o de fijar la atención antes que otros bebés o reconocer voces.

Otro punto muy importante respecto de la audición fetal es tener en cuenta la posición en que se encuentra el bebé dentro del útero. Si el bebé está sentado (es decir, está en posición podálica), su cabecita estará más cerca de los sonidos del latido cardíaco materno y, por lo tanto, escuchará más los sonidos agudos. Y si está de cabeza (es decir, en posición cefálica), la cavidad de la cadera materna amplificará los sonidos, haciendo reaccionar la cadena de huesecillos del aparato auditivo fetal. Es por ello que el bebé escuchará con mayor intensidad los sonidos de frecuencias más graves.

Por eso la sugerencia es que al elegir una música para ponerle al bebé, se tenga en cuenta que traerá más beneficios aquella que le guste a la mamá , que tenga una carga emocional y un significado, que aquella que se sugiere como ideal para relajar bebés. La música llega a través de los oídos, de las vibraciones que recibe el bebé en el cuerpo, pero por sobre todo a partir de la información hormonal que transmite la mamá con su sangre. Una música que serena a la madre, seguramente serenará también a su bebé, una vez que nazca.

Embarazo Desarrollo fetal