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El adolescente y su grupo de pares

¿Qué esperan, qué comparten, qué viven, qué buscan nuestros jóvenes cuando se reúnen con sus grupos, barras, pandillas o como ahora se los denomine?

Los adolescentes dicen: "De un amigo espero todo"; "De un grupo, divertirnos, que me escuchen, que nos podamos decir cosas, compartir actividades..."

El grupo se vuelve muy importante, es el centro de la vida diaria. Junto a sus iguales comienzan a poner en juego sus propios criterios y decisiones, a tomar posición frente al mundo, a lo que les sucede a ellos y a los demás.

 

¿Se comunican?


Comunicar, del latín Communicare significa "hacer a otro partícipe de lo que uno tiene", por lo tanto puede considerarse que no sólo es hablar, es escuchar, compartir una música, un deporte, una actitud de servicio. Es caminar pensando en voz alta y sabiendo que el otro quizás comulgue con nuestro pensamiento, es dibujar es pintar, es crear...

Indudablemente lo hacen, pero la comunicación entre las personas tiene distintos canales y quizás el no estar en la misma "onda" genera alejamiento y falta de comprensión. Por el contrario, cuando "sintonizamos" generamos vínculos que pueden ser de afecto.

¿Que pasa cuando estos vínculos están mantenidos por la agresividad y la violencia?

El grupo actuando corporativamente defiende a sus integrantes, pero el precio es manejar sus valores para mantenerse dentro del mismo.

Algunos adolescentes prueban alcohol, cruzan semáforos en rojo, corren picadas, y en algunos casos lo hacen para no sentirse discriminados.

¿Y entonces qué?, ¿qué pasa con la familia?, ¿cómo se sienten los adultos?, ¿valoran y comprenden que el alejamiento es parte de un proceso importante en el desarrollo del joven?.

¿Se sienten dejados de lado?, ¿creen que ya no los necesitan?.

Todavía sí, todavía deben estar. Sin embargo deben aceptar la distancia necesaria para permitirles crecer. Ese ir y venir que muchas veces significa ponerse a prueba, transgrediendo.

Los adultos pensamos frecuentemente que los adolescentes no saben lo que está bien o mal y que de nada sirvieron nuestras enseñanzas. Sin embargo, ellas son el bagaje que influirá en su desarrollo.

Frente a las transgresiones, la mejor receta es el diálogo y ayudarlos a comprender por qué y para qué hacen lo que hacen. Los chicos saben, pero debemos ocuparnos y buscar con ellos alternativas. Quizás así podamos evitar que las transgresiones se conviertan en problemas.



¿Cómo enseñarles a hacerse respetar por sus amigos?, ¿a sostener una decisión?, ¿a manejar las presiones?


Aún siendo el grupo lo más importante en esta etapa, no todo son rosas en estos vínculos, como no lo serán a lo largo de la vida: rechazo, indiferencia, discriminación... comienzan a vivir y este es el inicio de un aprendizaje constante.

El poder acompañarlos en este proceso, escuchándolos, respetando sus opiniones, no ridiculizándolos, los ayudará a crecer.

No olvidemos que la familia transmite su manera de manejar los vínculos hacia el afuera, por eso la coherencia entre lo que decimos y hacemos es indispensable.

CRECER JUNTOS, sería nuestro pequeño mensaje.

Adolescentes Psicologia, educación y familia