Pasar al contenido principal

Lactancia y trabajo: es posible!

Mi vida tiene un antes y un después de Ana. Hasta ese momento mi vida era la de una persona cuya carrera era la prioridad numero uno: estudios en el país y en el exterior... Testimonio de una mamá que afirma que lactancia y trabajo es posible"!"

Mi vida tiene un antes y un después de Ana. Hasta el 27 de junio de 1998 mi vida era la de una persona cuya carrera era la prioridad numero uno: estudios en el país y en el exterior, fundé e hice crecer un instituto de enseñanza de inglés exitoso que da trabajo a más de diez personas y al que concurren cientos de alumnos de todas las edades.

Abracé con pasión mi profesión, gané premios y el reconocimiento de mis colegas y así llegué a mis 32 años y con una panza de nueve meses de embarazo trabajando hasta el día anterior al parto.

Hasta antes de que naciera Ana yo pensaba que tenía cero de instinto maternal. Me comparaba con algunas de mis amigas que desde adolescentes soñaban con tener sus casas y ser mamás. Yo soñaba con recibirme, viajar, ser una mujer independiente... Y así me encontró la noticia del embarazo de Ana y me preguntaba una y otra vez si podría ser una buena mamá si nunca había tenido un bebé en mis brazos, ¡no sabía cambiar un pañal ni siquiera cocinar una sopa! Pensé que podría aprender leyendo algunas cosas: así comencé a informarme sobre la lactancia materna y su importancia vincular y para la salud del bebé. Me propuse que este punto debía ser uno de los más importantes en mi "nueva carrera" como mamá. La teta haría que Ana crezca más saludable y tal vez la hormona prolactina, la hormona del amor maternal, me ayudaría a calmar mis ansiedades por mi inexperiencia y podría ser una buena mamá. Pero ¿sería yo capaz de amamantar?

Rodeada por amigas y conocidas (incluyendo mi propia madre) que comenzaron a complementar con fórmula la primera o segunda semana luego del nacimiento ya que al bebé "no le alcanza la leche y se queda con hambre", destetados en el primero o segundo mes de vida, había algo que no terminaba de comprender durante mi embarazo siendo totalmente ignorante al momento sobre el tema de lactancia. Lo que no me cerraba era algo bastante básico: ¿Cómo puede ser que la naturaleza posibilite que todos los mamíferos se alimenten de leche materna (no hay fórmulas para perros, gatos, delfines, ballenas,etc) y crezcan y tengan suficiente leche y la mujer no? ¿No somos acaso mamíferos? No podía ser algo tan generalizado el "no le alcanza la leche y se queda con hambre". ¿Cómo puede ser que un bebé humano reciba leche de otra especie? ¿Cómo podía ser que nuestras abuelas y bisabuelas habían amamantado a sus hijos hasta el año y los dos años y todas habían tenido "leche suficiente"?¿Por qué no nosotras, por qué no nuestras madres???

Comenzaron las lecturas sobre lactancia en el segundo trimestre del embarazo: "El arte femenino de Amamantar"de LLLI entre otros manuales. Reuniones de preparación para la lactancia en la LLL de la calle Migueletes (excelentes por cierto) para mi marido (otra de las grandes claves en el éxito de la lactancia, que me apoyó en los momentos claves) y para mí. Sabía que iba a tener que volver a trabajar pronto, aunque sea por pocas horas, entonces me informé sobre el uso de bombas sacaleches y como evitar la temida "confusión de pezones". La búsqueda de una Maternidad "amiga de la madre y del niño" como lugar de nacimiento de Ana.

El 27 de junio se produjo una revolución: un pedacito de vida de 3,550 kg y los ojos más hermosos que nunca haya visto cambiaron radicalmente mis prioridades. Nacía el más infinito amor. De repente, sentía que me quería quedar todo el tiempo junto a Ana, que ya no me interesaba mi trabajo como antes. Pero lamentablemente, mis responsabilidades laborales eran muchas y he debido regresar a mi trabajo en forma part time por las tardes, cuando Ana tenía sólo un mes. No era fácil: la extracción de leche no era tarea sencilla a pesar de mi gran motivación por alimentar a Ana exclusivamente con mi leche. Me llevaba mucho tiempo y Ana mamaba cada hora y media durante el día. Poco a poco fui encontrando la mejor rutina. Masajeando mis pechos antes de cada mamada, podía amamantar a Ana con un pecho mientras el sacaleche actuaba sobre el otro. En la siguiente mamada invertíamos el orden de los pechos. Comencé extrayendo cuando Ana tenía dos semanas de vida y con placer veía que mi leche era suficiente para amamantar a Ana y para guardar mamaderas en el freezer. Al regresar al trabajo al mes de nacida Ana, ya tenía una docena de mamaderas llenas de mi leche en el freezer para usar durante emergencias o si un día no tenía ganas de extraer leche. ¡Sentía como si el freezer estuviera lleno de oro líquido! Por la mañana, me extraía leche con un sacaleche eléctrico, para que Ana recibiera una mamadera de leche materna para la segunda toma mientras yo trabajaba y, me la traían al trabajo para ser amamantada en la primera toma de la tarde.

Cuando volvía a casa a las 9 y media de la noche, Ana prácticamente se me tiraba encima para ser amamantada y de noche mamaba cada dos o tres horas para compensar por las seis horas de separación. Dormimos cerca una de otra y de esta manera yo también podía descansar durante la noche. Casi ni me despertaba para las mamadas nocturnas y era yo la que siempre me dormía primero. Y no me molestaba tener que amamantarla de noche: por el contrario, era una hermosa forma de estar juntas a la noche después de extrañarla tanto durante mis horas fuera de casa.

También, he tratado de incluir a Ana en todas las actividades en las que sea posible para que continúe recibiendo leche de teta y para que podamos estar más tiempo juntas: charlas, visitas a librerías, compras, reuniones con amigos y también durante alguna reunión en el trabajo. No quiero separarme de Ana más que lo absolutamente indispensable. Nos necesitamos mutuamente.

A partir de los 7 meses, he dejado de extraer leche para esa toma de la tarde, que hemos reemplazado por algo de fruta o yogur con cereales . Ana tiene hoy un año y continúa tomando teta mientras mamá está en casa, aunque ya come prácticamente de todo. Aspiro a que Ana pueda tener un destete natural y no traumático, y tanto Ana como yo estamos disfrutando de la lactancia. Amamantar a Ana ha sido y es una excelente experiencia llena de gratificaciones en lo hermoso de nuestro vínculo, en la salud de Ana que crece sana sin diarreas, otitis o dermatitis de pañal. En este año no he debido perder un solo día de trabajo por enfermedad de Ana, que sólo ha tenido algún resfrío liviano. Sí, sé que los bebés amamantados también se enferman, pero la evidencia de que el impacto de estos problemas es menor en niños amamantados es concluyente. También he podido sobrellevar mejor el hecho de tener que volver al trabajo tan pronto, sabiendo que Ana continuaba recibiendo 100% de leche materna.

Mi mensaje para todas las mamás que trabajan es que nuestro trabajo no es un obstáculo para la lactancia. Se puede amamantar y trabajar. Los beneficios son inmensos en términos del vínculo, de salud y, mirado desde el lado del trabajo, son también menores las horas y días perdidos por enfermedad de los bebés amamantados. Esto sucede a tal punto que, algunas empresas en el primer mundo están empezando a proporcionar un lugar para que las madres puedan extraer su leche y almacenarla durante las horas de trabajo. Sería muy bueno que la globalización haga que pronto las empresas argentinas se transformen en " amigas de la lactancia materna" y haya muchísimos bebitos alimentados a pecho aunque la mamá trabaje.
 

Lactancia y trabajo Lactancia