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Posibles causas de pérdidas de embarazos avanzados

Aunque las pérdidas de embarazos en el tercer trimestre no son frecuentes, ocurren y suelen estar vinculadas a distintas causas.

Las perdidas del embarazo en el primer trimestre (abortos tempranos) pueden deberse a fallas de la implantación, alteraciones cromosómicas del embrión que lo hacen incompatible con la vida, y más excepcionalmente por la presencia de miomas uterinos (fibromas), procesos infecciosos o trastornos endocrinológicos de la embarazada. En el segundo trimestre del embarazo (abortos tardíos en una primera etapa y partos inmaduros en la segunda etapa) las causas más frecuentes son la incompetencia del cuello uterino (apertura espontánea o frente a esfuerzos), la placenta previa (cuando se ubica por debajo del embarazo, sobre el cuello uterino) y más excepcionalmente por infecciones o enfermedades sistémicas de la embarazada. En el tercer trimestre, en un embarazo de evolución normal, de una embarazada saludable, en donde todo parece estar en orden, ¿qué es lo que puede producir la pérdida del bebé?

Estas son algunas de las posibles causas de pérdidas de embarazos avanzados:

Desprendimiento de placenta normoinserta (no previa): la placenta, que nutre al feto durante el embarazo y que en un parto normal se desprende inmediatamente después del nacimiento, puede separase parcial o completamente de la pared uterina durante la gestación y provocar, en los casos más graves, la pérdida de un embarazo, casi siempre precedida de una hemorragia considerable.

Las causas de estos desprendimientos de placenta pueden estar vinculadas a trastornos como diabetes, hipertensión crónica, enfermedad cardíaca y aspectos como la edad de la madre, los embarazos múltiples, el consumo habitual de alcohol, el cigarrillo o el consumo de drogas. También pueden tener que ver, en casos muy excepcionales, con accidentes, traumatismos o caídas fuertes que haya sufrido la madre, o con la presencia de miomas uterinos que por tamaño o ubicación afecten el normal desarrollo del embarazo.

El mayor problema que implica un desprendimiento de placenta es que el feto deja de recibir la cantidad de oxígeno y nutrientes necesarios, lo que puede provocarle la muerte súbita. Sin embargo, si se detecta a tiempo es posible controlar al bebé a través de monitores y ecografías para que pueda llegar a un punto mínimo de madurez (o inclusive a término en muchísimos casos), como así también frenar la hemorragia que pueda sufrir la madre a causa de este problema con reposo absoluto y medicación indicada.

El médico determinará en qué casos es necesario monitorear al feto, cuando permitir  el parto o realizar una cesárea de urgencia.

Los síntomas de desprendimiento de placenta pueden ser: sangrado vaginal (que aumenta si el desprendimiento de la placenta es mayor o total), dolor abdominal agudo y punzante y contracción del útero. Sin embargo, a veces el sangrado puede que no aparezca y por eso hay que estar atentas a otros signos como alteraciones en los  movimientos del feto o dolores fuertes como los descriptos y llamar al médico enseguida si algo así ocurre. El dolor abdominal que produce el desprendimiento placentario es el síntoma principal a tener en cuenta.  Como es tan intenso, es imposible no detectarlo.

Esta es la primera causa de muerte fetal en el tercer trimestre, pero si se diagnostica a tiempo en muchos casos es posible revertir la situación.

Por lo general, es posible lograr un resultado favorable cuando el diagnóstico se hace en la clínica u hospital, o cuando es posible instrumentar todo lo necesario para realizar una cesárea de urgencia (la mejor opción para tratar este problema), dentro de pocos minutos desde el diagnóstico del desprendimiento. La demora en extraer al niño del útero materno, por lo general se asocia a su mortalidad prenatal.

Es importante tener en cuenta el desprendimiento de placenta como antecedente para futuros embarazos porque al sufrirla, las probabilidades de que se repita aumentan un 10 por ciento aproximadamente.

Preeclampsia: la preeclampsia o toxemia es una enfermedad que se presenta después de la semana 20 de embarazo. Se la vincula a las coagulopatías, y se presenta con mayor frecuencia en mujeres jóvenes y primerizas.

La preeclampsia puede presentarse durante el embarazo, que es cuando corre riesgo el bebé, o inmediatamente luego del nacimiento, y no hay que confundirla con la hipertensión arterial materna pre-existente o agravada por el embarazo.

La característica principal de esta enfermedad es el aumento de  la tensión arterial en la futura mamá, inesperado e inexplicable (hipertensión asociada al embarazo), que también viene acompañado de alteraciones de la función renal, edemas y aparición de proteínas en la orina. Los casos más graves, en los que se agregan convulsiones, se llaman “eclampsia”.

Esta enfermedad es más frecuente en jóvenes embarazadas de menos de 20 años, y con mucho menor frecuencia en las mayores de 40 años de edad (momento de la vida en donde es más frecuente la hipertensión pre-existente o agravada por el embarazo).

La pre-eclampsia pone en riesgo la vida de la madre y del bebé, por eso es muy importante ir enseguida al médico en caso de que se presente alguno de estos síntomas:

  • Hinchazón severa de pies, manos y cara
  • Dolor de cabeza muy intenso y persistente
  • Visión borrosa
  • Mareos
  • Aumento repentino de peso y presión alta.


Si bien esta es una causa de pérdida del embarazo en el tercer trimestre, debido a que por lo general se anuncia con anticipación provocando una reducción del flujo de sangre que llega al bebé, lo que a su vez genera retrasos de crecimiento en el feto, es fácil detectarla precozmente -en etapas tratables- durante los controles prenatales, por eso es muy importante no saltearlos.

Un estricto control prenatal de la presión arterial (que se toma en cada visita al obstetra), estudios, análisis de sangre y de orina y el tratamiento adecuado de la preeclampsia, pueden evitar la pérdida del embarazo por esta causa.

Causas funiculares: estas causas, que se relacionan con el cordón umbilical, provocan el sufrimiento fetal y, en casos más graves, la pérdida del embarazo por asfixia o del bebé al nacer, también por asfixia (esta última en raras excepciones). 

El cordón umbilical es el encargado de llevar oxígeno al bebé, y si se produce lo que se llama un “nudo verdadero” en el cordón o el cordón comprime el cuello o el tórax del bebé, este no podrá recibir la cantidad suficiente de oxígeno. Por lo general,  la ausencia de movimientos del bebé es lo que alerta a la embarazada en estos casos.

Hay que saber que estas vueltas de cordón que comprimen al feto, aunque no se pueden evitar, son atípicas, es decir que es raro que ocurran. Es importante también no confundirlas con la circular deslizable de cordón, que ocurre en un 25% de los nacimientos y que no resulta peligrosa para el bebé.

Muerte súbita intrauterina: a semejanza de la muerte súbita del recién nacido por motivos inexplicables, se han dado casos de muertes fetales en el tercer trimestre tardío sin conocerse el motivo que las determinó (sin diagnóstico etiológico).  Son episodios aislados, muy infrecuentes, que no deben preocupar a las embarazadas en general, ya que se trata de casos excepcionales.



Asesoró: Dr. Edgardo Rolla, especialista en medicina reproductiva


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