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Vaginismo ¿una causa de infertilidad?

El vaginismo es una disfunción que en muchos casos resulta una gran dificultad para concebir. Lo más frecuente es que esté provocada por causas psicológicas y las terapias sexuales son uno de los tratamientos.

Anatómicamente los genitales de una mujer con vaginismo son normales pero cuando se intenta penetrar, el introito vaginal se cierra y hace imposible el coito. Una revisación ginecológica muestra cómo la vagina se contrae y se cierra cuando el ginecólogo intenta introducir el espéculo o un dedo.

Vale diferenciar el coito doloroso o dispareunia (en el cual la penetración, a pesar de acarrear dolor o molestias, es posible en forma parcial o total) del vaginismo, donde la penetración no es posible puesto que, ante la introducción del pene o de un dedo, los músculos de la vagina se contraen de manera no voluntaria.

El vaginismo no depende de la voluntad y no se regula conscientemente: no es "un mero cerrar las piernas". La mujer puede excitarse y lubricar, pero cuando el compañero quiere realizar el coito percibe una resistencia, al punto que si hace demasiada fuerza ella comienza a sentir dolor.

Esta situación se puede mantener a través de los años y, a veces, hace crisis cuando la pareja desea tener hijos y esta dificultad se lo impide. Se han barajado varias causas para justificar esta disfunción: las orgánicas como las patologías vaginales que causen dolores (vaginitis, endometrosis, bartolinitis, etc.) pueden producir un cierto espasmo que impida la realización del acto. Pero, lo más frecuente, es que esté provocada por causas psicológicas. Desde fobias a la penetración (hay casos donde las mujeres fantasean que sin son penetradas van a sufrir desgarros o lastimaduras), conflictos infantiles y experiencias traumáticas del pasado (abuso sexual infantil), terror al embarazo y a la maternidad, hostilidad hacia el compañero, influencias familiares coercitivas.

Una de las consecuencias del vaginismo, acompañada muchas veces de una disfunción sexual masculina complementaria (impotencia, eyaculación precoz, fobias sexuales), es el llamado matrimonio no consumado.

El vaginismo evidencia un conflicto; independientemente de la decisión consciente de estar con alguien, el cuerpo se niega. No es algo controlable conscientemente y por mejor voluntad que se tenga no es posible dominar la angustia y el miedo que provoca el intento de penetración.

Durante mucho tiempo se hicieron intentos quirúrgicos de resolver el problema, es decir, operaciones para abrir la entrada de la vagina e histerectomías quirúrgicas. Hoy sabemos que no sólo son innecesarias (salvo la presencia de un himen muy rígido, situación no muy frecuente) sino iatrogénicas, que pueden producir daños de la musculatura perivaginal que dificultarán la respuesta orgásmica.

Por eso es necesaria la atención profesional, que incluso podrá tranquilizar y explicar al compañero la situación. En ese sentido, las terapias sexuales, permiten resolver esta disfunción,  combinando intervenciones de tipo psicoterapéutico, incluyendo una paulatina desensibilización ante la penetración, y también con suministro de información.


Asesoró: Lic. Diana M. Resnicoff Psicóloga clínica. Sexóloga clínica

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