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Los niños pequeños aprenden más por lo que ven

Durante la infancia se forman las bases del hombre o la mujer que uno será el resto de su vida, por ello es muy importante contar con alguien que guíe y acompañe en el tránsito de esa etapa de manera consciente.

Es durante el embarazo y los primeros tres años de la vida de un ser humano donde se incorporan los valores más importantes. Esos valores que son invisibles, que no se compran con dinero y tienen que ver básicamente con el amor que se transmite. Si uno transmite amor, el niño lo incorpora y a su vez será un ser humano que fácilmente lo trasmitirá.

Antes de los tres años el niño aprende observando e imitando a los modelos que tiene a su alrededor. Si uno deja las cosas tiradas, él las dejara tiradas, porque todavía no sabe lo que significa la palabra orden; en cambio si ve a uno ordenando y acomodando sus cosas, aprenderá a hacerlo sin la necesidad de que le sea indicado. Si son tratados con respeto, serán respetuosos. Si les escuchamos no necesitarán gritar así como sonreirán si les sonreímos.

Para todo ello, para enseñar, para proteger y para cuidar, estamos los padres (por supuesto que cuando digo padres estoy hablando en plural por ambos, o incluyendo a las personas que cumplen el rol de cuidadores). Nosotros somos quienes vamos a orientar, con nuestro ejemplo el camino que nuestros hijos recorrerán al inicio, para así orientarse en su vida.

Quizás uno no se detiene a pensar lo importante que es para un niño pequeño ser tratado como tal y no como un adulto en miniatura.

Pensemos, por ejemplo cuando el niño da sus primeros pasos. Los adultos lo llevamos con ambas manos hacia arriba, por lo que sus dos brazos están hacia arriba; y la verdad es que esta postura (cómoda para el adulto) no ayuda de manera funcional, para nada, a que el niño logre el equilibrio. De hecho ningún ser humano normal camina con ambos brazos levantados. Pero es nuestro deseo que ya pueda caminar.

El investigador Daniel Siegel plantea una teoría muy interesante que dice que el cerebro procesa la información de manera integral y ya sabemos por resultados de estudios de las neurociencias, que ya se han encontrado diferentes funciones para cada área del cerebro. Esto es que una parte del cerebro situada físicamente y denominada hemisferio izquierdo, se ocupa del procesamiento de la información, es metódico y analítico, y el otro hemisferio, el derecho es el que está relacionado con lo que entra como información sensorial por medio de nuestros sentidos.

O sea que es el que capta aquello que vemos, las expresiones faciales, el contacto de las miradas y el que va asociando lo que sentimos y se pone en juego emocionalmente.

Para el procesamiento de la información del cerebro de un niño pequeño no hay un mañana, es todo hoy, aquí y ahora, y faltará un tiempo en su crecimiento hasta que encuentre las herramientas adecuadas para poner en palabras y pueda entender procesando lógicamente una situación.

Por este motivo, cuando somos conscientes de este procesamiento integral que hace el cerebro, deberíamos hacer el ejercicio de pensar en lo que hacemos delante de ellos. De darnos cuenta de ello, y si nos percatamos de que lo que hacemos no está bien, hacer algo para corregirlo.

Un niño pequeño aprende más con lo que ve que con aquello que le queremos enseñar. Si uno le muestra todos los días que se cepilla los dientes, en algún momento el niño lo hará, porque los niños pequeños imitan a quien tienen más cerca, en cambio si uno les dice: cuando seas más grande te tenés que lavar los dientes, el niño elegirá si quiere hacerlo o no.

Cuantos niños pequeños saben cambiar los canales del control remoto, o hacer click con el mouse de la computadora. ¿Dónde lo aprendieron? ¿En un curso?, no, obviamente viéndonos. Otros tienen un vocabulario inapropiado para su edad y algunos tienen comportamientos de sobreadaptación para su edad.

Los niños al nacer no son malos, competitivos o egoístas, eso es algo que aprenden.

Quizás como padres muchas veces nos equivoquemos, pero si lo que hacemos lo hacemos convencidos de que está bien y en ello depositamos un amor profundo y sincero, aunque esté mal, esto siempre será corregible.

Es tan simple como complicado a la vez, ningún bebé al nacer trae bajo su brazo un manual de instrucciones. Entonces, si no queremos que nuestros hijos algún día fumen, no deberán vernos fumar, si no queremos que mientan, no deberemos ocultarles cosas y tendremos que serles sinceros; si queremos inculcarles valores éticos y morales para su vida comencemos por respetarlos a ellos mismos.

Si queremos que lleguen a algún lado deberán sentirse acompañados como cuando comienzan a caminar y nos ponemos delante de ellos estirándoles nuestros brazos para que den sus primeros pasos sin lastimarse.

Obremos nuestra pater/maternidad de manera consciente de que todo aquello que hagamos es lo que incorporarán (siempre imitándonos) y esto será muchas veces el faro que utilizarán para guiarse en su vida.

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